martes, 24 de septiembre de 2013

El Uruguay Comercial, Pastoril y Caudillesco en la primera mitad del siglo XIX

  En 1830 una Asamblea electa aprobó la Constitución del nuevo país, llamado oficialmente, "Estado Oriental del Uruguay". El régimen jurídico aseguraba, en apariencia, el orden interno inspirándose en modelos europeos y norteamericanos. El nuevos estado sería republicano y garantizaría los derechos individuales mediante la separación clásica de los tres poderes. El derecho del sufragio se impedia a los analfabetos, peones, sirvientes y vagos, la mayoría de la población. En principio, una minoría acomodada elegiría a diputados y senadores que permanecerían 3 y 6 años, respectivamente, en sus funciones. Estos a su vez, y cada 4 años, designarían al Presidente de la República que no podría ser reelecto, sino una vez transcurrido un período de gobierno. Esta Constitución rigió los destinos del Uruguay hasta 1919.
  El país real, sin embargo, se salteó este orden jurídico europeizado. Las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta por lo menos 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasaron a la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el blanco y el colorado.
  Una breve crónica de los principales hechos mostrará las etapas políticas y revelará la "anarquía", expresión que apareció en los escritos de los intelectuales que integraron los efímeros gobiernos, y que afloró en las quejas de las clases poseedoras de riqueza.
  El primer presidente constitucional, Fructuoso Rivera (1830-1834) debió soportar tres alzamientos del otro caudillo rural, Juan A. Lavalleja.
  Su sucesor, Manuel Oribe (1835-1838), tuvo que combatir dos alzamientos del ex-presidente Rivera. En 1836, en la batalla de Carpintería, los bandos usaron por primera vez las dos divisas tradicionales: el blanco distinguió las tropas del gobierno que se titularon "Defensores de las Leyes", y el celeste primero - el otro color de la bandera uruguaya - y el colorado después, fueron usados por los fieles de Rivera. Un segundo alzamiento de este derrocó al gobierno de Manuel Oribe en 1838. Rivera, auxiliado por la escuadra francesa que deseaba acabar con Oribe, el aliado del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, ocupó Montevideo y se hizo elegir presidente por segunda vez en 1839. Ese año se inició la "Guerra Grande" cuando Rivera declaró la guerra a Rosas quien seguía reconociendo a Manuel Oribe como presidente constitucional del Uruguay. Los dos bandos uruguayos se internacionalizaron. Rivera contó con el apoyo de los enemigos unitarios argentinos y las escuadras francesas e inglesa. Las dos naciones europeas temían que Rosas anexara al Uruguay y deseaban además terminar con el monopolio que sobre la navegación del Paraná ejercía el gobernador de Buenos Aires. Oribe se apoyó en Rosas y puso sitio a Montevideo durante 9 años. (1843-1851).
  El conflicto se resolvió cuando se retiraron los europeos e intervino el Imperio del Brasil a favor del Montevideo Colorado. Oribe y Rosas fueron derrotados. A pesar de ello se firmó una paz entre los orientales el 8 de octubre de 1851 por la cual se declaraba que no había ni vencidos ni vencedores.
  La atmósfera que siguió a este conflicto fue de fusión entre los partidos. La ruina de la ganadería, el comercio y las fortunas privadas por la larga lucha, ambientó esa política. Pero los dos bandos habían encarnado en la memoria colectiva y la lucha civil se reanudo.
El presidente Blanco Juan F. Giró (1852-1853) fue derribado por un motín del ejército colorado. El nuevo caudillo de este partido, el General y caudillo rural Venancio Flores, gobierno como presidente hasta 1855. En 1856 la fusión y el pretendido olvido de los rencores del pasado llevaron al poder a Gabriel A. Pereira (1856-1860). Bajo su mandato, una fracción del Partido Colorado, llamada Partido Conservador, se alzó en armas y sus jefes fueron derrotados y fusilados en Quinteros por las tropas del gobierno. Entre 1860 y 1864 gobernó el presidente Bernardo P. Berro. Este pretendió continuar con la política de fusión pero los partidos renacieron. En 1863, el General Flores invadió el Uruguay con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre y la colaboración final del Imperio del Brasil. Bernardo P. Berro buscó apoyo en el Paraguay para restablecer así decía, el equilibrio en el Río de la Plata. Luego de la caída en manos de Flores de la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus generales mandó fusilar a los más destacados jefes blancos. De este modo ambos partidos tradicionales tuvieron sus mártires y una carga de emotividad que les aseguró larga permanencia.
  El triunfo de Flores culminó con su dictadura (1865-1868) y la intervención del Uruguay en la guerra de la Triple Alianza junto a Brasil y Argentina contra el Paraguay. En febrero de 1868, Venancio Flores, que había despertado rencores apasionados, fue asesinado. El mismo día fue ultimado el ex-presidente blanco Bernardo P. Berro. Las tradiciones partidarias se nutrieron de nuevos mártires.
  Venancio Flores inició la serie de gobiernos colorados que recién concluyó en 1959. Lorenzo Batlle, su sucesor y presidente constitucional entre 1868 y 1872, debió enfrentar un alzamiento blanco comandado por el caudillo rural Timoteo Aparicio.
Esta revolución fue conocida como de "Las Lanzas" debido al arma que allí se uso de preferencia, lo que testimonia la tecnología militar primitiva de la época. Por su duración (1870-1872) y sus efectos destructivos sobre la riqueza ganadera, es el conflicto civil que mejor puede compararse a la "Guerra Grande". Ambos bandos se reconciliaron en la llamada Paz de Abril de 1872 por la cual los blancos lograron por primera vez coparticipar junto a los colorados en el gobierno. Pero la anarquía persistió hasta 1876 en que el coronel colorado Lorenzo Latorre tomó el gobierno.
  Fue por efecto de la lucha y los propios acontecimientos relatados, que colorados y blancos fueron dotándose de ciertos contenidos políticos, sociales y hasta regionales. Las personalidades diferentes y los vínculos sociales distintos de Rivera y Oribe, y el principal de los conflictos citados - la "Guerra Grande" - dieron nueva forma a la oposición colonial entre la Capital y el Interior. Los colorados se identificaron con el Montevideo sitiado, los inmigrantes y la apertura a lo europeo; los blancos, asentados en la campaña sitiadora, se identificaron con el medio rural, sus grandes terratenientes y lo americano-criollo.
  Pero estas diferencias no alcanzan para explicar la profundidad del desorden interno que conoció en esos a&ntildeos el Uruguay. Las estructuras sociales, económicas y culturales, así como la tecnología de una civilización pre-industrial, deben ser convocadas para la interpretación del hecho político y completar la imagen del país.
Iglesia Católica, ejército y gran propiedad, los tres pilares del orden conservador en América Latina, eran débiles en el Uruguay.
  El alto clero no existía en 1830, recién en 1878 el Uruguay tuvo su primer obispado. El bajo clero era escaso, a menudo extranjero, de escasa formación teologíca y relativo nivel moral. Sin propiedades importantes, su influencia se reducía a representar la religión mayoritaria de la población.
  El ejército era pequeño y carecía del monopolio de la coacción física. El habitante del medio rural, que manejaba el caballo, el lazo y el cuchillo para trabajar en las faenas rurales, se transformaba a la menor insinuación de sus líderes, en rebelde activo y soldado competidor del profesional.
 La gran propiedad, que dominaba la estructura agraria, no estaba asentada. Los poseedores del período revolucionario lucharon contra los viejos propietarios - a menudo ellos también con títulos de propiedad imperfectos - de la colonia. El gobierno debió ser el árbitro de estas tensiones que a menudo se trasvasaron a la lucha entre blancos y colorados, mas afines los primeros a los grandes propietarios y los segundos a los grandes y pequeños poseedores. El lugar social, entonces, dependió del Estado m&aacutes que el Estado de la clase terrateniente.
  Los medios de comunicación y transporte eran los de una civilización ganadera. Un hombre bien montado y con caballos de relevo, podía comunicar Montevideo con San Fructuoso, villa a 400 kilómetros de distancia, en dos días, pero el servicio regular de diligencias, recién organizado a partir de 1850, tardaba por lo menos 4 o 5 días si los ríos y arroyos daban paso y no estaban crecidos. Las carretas que transportaban cueros y lanas tardaban un mes. El ganado fluía a los saladeros por sus propios medios y daba vida a la actividad de un personal especializado en su conducción, el tropero. La agricultura, en cambio, dependía de la pesada y costosa carreta por la que se desarrolló únicamente en torno a las ciudades consumidoras. Sólo la región del litoral, sobre el río Uruguay, gozó de mejores comunicaciones ya que Salto se ligó a Montevideo desde 1860 por líneas de vapores que recorrían la distancia en 3 días.
  Mantener el control de la campaña desde la excéntrica Montevideo era muy difícil con este sistema de comunicaciones y transportes. Cuando la noticia de la revolución rural llegaba a la Capital, la subversión ya había tomado cuerpo. Los diversos ejércitos gubernamentales incluso tenían dificultades para conocer sus posiciones y combinar esfuerzos contra los rebeldes, como sucedió por ejemplo, con los colorados durante la "Revolución de las Lanzas".
                                                                                                    JOSÉ PEDRO BARRÁN

La Guerra Grande 1839-1852

  Las vinculaciones de los colorados con los unitarios argentinos y de los blancos con los federales, estaban señalando el escaso nivel de conciencia nacional existente tanto en Uruguay como en Argentina, característico de países de reciente formación. Pero dieron lugar, también, a la intervención permanente de Argentina en los asuntos uruguayos, a la que se sumaría la de Brasil, para contrarrestarla y aprovechar la indefinición de sus límites con el nuevo Estado. Y a ello habría de agregarse todavía la breve, pero peligrosa, intervención de Francia e Inglaterra, deseosas de extender su predominio económico y comercial a la región platense, que no descartaba alguna veleidad de colonización política, si hubiera sido factible.
  De este cúmulo de influencias extranjeras y rivalidades partidistas y personalistas nacionales habría de surgir la Guerra Grande (1839-1852), que comenzó a gestarse cuando Rivera derrotó a Oribe en junio de 1838, y exigió su renuncia a la Presidencia de la República. Como se dijo, así lo hizo Oribe, bajo protesta, y se trasladó a Buenos Aires, procurando apoyos para su retorno. El 1º de marzo de 1839 Rivera fue electo tercer Presidente de la República, pero ya en febrero le había declarado la guerra a Rosas, el aliado de su enemigo.
  La primera etapa de la guerra (1839-1843) se desarrolló en territorio argentino y fue favorable a Rosas y Oribe. Este, ostentando el título de Presidente oriental y General en Jefe del Ejército de la Confederación Argentina, después de una serie de victorias militares invadió el Uruguay al frente de un ejército en el que también se confundían las dos nacionalidades. Puso sitio a Montevideo desde febrero de 1843 a octubre de 1851.
  Fue la segunda etapa, llamada del “Sitio Grande”, que convirtió a Montevideo en la “Nueva Troya”, según un discutido libro firmado por el novelista francés Alejandro Dumas. Así quedó el país dividido en dos partes: Montevideo, regido al principio por Rivera, y luego por miembros del Partido Colorado que formaron el Gobierno de la Defensa, auto-proclamado defensor de la libertad en lucha contra el dictador Rosas y su “acólito” Oribe. Y el resto del país, dominado por Oribe y los blancos desde el Gobierno del Cerrito (frente a Montevideo, con puerto en el Buceo), apoyado por Rosas y autoproclamado “defensor de la independencia americana” ante la coalición de los colorados y los anglo-franceses.
  En Montevideo, la mayoría de la población era europea, formándose incluso para defenderla una Legión Francesa y otra Italiana, dirigida por Garibaldi. Siempre necesitado de dinero, el Gobierno llegó a hipotecar hasta el Cabildo y a entregar la recaudación de impuestos aduaneros a una sociedad integrada por grandes comerciantes franceses, ingleses y españoles, que le adelantaban la mitad de los ingresos previstos. Cuando estos fallaron, apareció el subsidio francés y luego otro brasileño, que comprometieron la independencia del Gobierno. Además, ese predominio europeo se propagó a las costumbres, modas e idiomas de los montevideanos; a sus ideas políticas liberales y aun a su literatura, ambas admiradas por la intelectualidad local, que conformó al bando colorado: urbano, liberal, extranjerizante por su admiración a Europa y todo lo europeo.
  El Gobierno de la Defensa estuvo integrado por un Poder Ejecutivo, desempeñado por Joaquín Suárez, y un Poder Legislativo que, disuelto en 1846 al no poder realizarse elecciones, fue sustituido por una Asamblea de Notables y un Consejo de Estado, asesores del Ejecutivo.
  En la campaña dominaban los blancos. Establecieron el Gobierno del Cerrito, en el que Oribe ocupó la presidencia, y se repusieron las Cámaras derrocadas, llenándose las vacantes mediante elecciones. En los departamentos, las autoridades civiles fueron sustituidas por Comandantes militares a través de los cuales Oribe gobernó, con la misma idea de implantar el orden y la ley que había desarrollado antes. Hostil a los extranjeros europeos, hostil al Brasil expansionista, se apoyó militar y financieramente en Rosas hasta un punto que mereció críticas de sus propios partidarios (Berro, Acevedo, Giró). Estos hombres impulsaron la formación del bando blanco, que defendía la nacionalidad contra las intervenciones europeas, que acentuaba el respeto a la ley y la reimplantación del orden, como sus principios fundamentales.
  El conflicto iniciado entre dos hombres (Rivera, Oribe), se amplió a sus respectivas parcialidades o bandos políticos (colorados, blancos), se hizo platense al participar los unitarios porteños y Rosas, y luego se internacionalizó al intervenir Francia e Inglaterra. La profusión de tantos intereses transnacionales habría de prolongar el enfrentamiento hasta 1852. Pero ya en 1851, habiéndose producido el alejamiento de los europeos (quienes se dieron cuenta de que su intervención alargaba, antes que acortar, la guerra en perjuicio de sus intereses comerciales), Justo José de Urquiza, poderoso gobernador de Entre Ríos, se pronunció en contra de la dominación que Rosas ejercía sobre todas las provincias y del monopolio portuario de Buenos Aires, que iba en desmedro del litoral argentino.
  Urquiza entró en una coalición con Brasil y el Gobierno de la Defensa, llamada la Triple Alianza, e invadió el territorio uruguayo. Pero no hubo combate: el cansancio de la larga guerra presionó por la conciliación y con ese espíritu se hizo la paz del 8 de octubre de 1851 entre los orientales: “no habrá vencidos ni vencedores”. La guerra había terminado. A punto de perder la independencia, los orientales reaccionaron para preservarla. Por primera vez, el sentimiento de nación primó sobre el de partido y comenzó la lenta marcha para consolidarlo definitivamente.
  La supremacía de los bandos políticos en la campaña (blancos) y en la ciudad (colorados), contribuyó a su paulatina conformación ideológica. Al predominar en el interior, los blancos se fueron identificando con el campo y sus intereses, con la nacionalidad oriental, con el orden y la autoridad que venían de la tradición colonial española. Los colorados, conviviendo en la ciudad con muchos europeos y admirando sus ideas e instituciones, se fueron identificando con lo urbano y las corrientes liberales, abriéndose al mundo y a sus emigrantes. Los bandos blanco y colorado fueron los orígenes de los dos partidos tradicionales en nuestro país.

FECHAS IMPORTANTES
1839-1843    -     Batallas en territorio argentino
1843-1851    -     El Sitio de Montevideo
1845-1850    -     Intervención franco-inglesa
29/5/1851    -     Triple Alianza contra Rosas
8/10/1851    -      Paz de Octubre: “no habrá vencidos ni vencedores”.
12/10/1851  -   Los cinco Tratados con Brasil
1852  -   Derrota y exilio de Rosas.

sábado, 17 de agosto de 2013

Actividad Domiciliaria Lunes 19/08

ACTIVIDAD HISTORIA N° 5

Busca en el diccionario las palabras del texto que no comprendas.
FECHA DE ENTREGA: Lunes 15 de julio

Siguiendo los temas vistos en la clase, y apoyándote en el repartido de información, responde:
Primera Guerra Mundial
1) ¿Qué motivos provocaron la Primera Guerra Mundial?
2) Calca el mapa del la página 80 y adjúntalo a la tarea (el mapa se encuentra en colores en el blog)
3) Explica la etapa de la “guerra de las trincheras” ¿Qué son las trincheras?
4) ¿Qué papel cumplió Estados Unidos en la guerra? ¿Qué planteó Wilson y quién era?
5) ¿Qué se estableció en el Tratado de Versalles?
6) ¿Cuáles fueron las consecuencias de la guerra?

Revolución Rusa
7) ¿Cómo era la situación de Rusia antes de la Revolución?
8) ¿Qué plantearon los sóviets? ¿Qué eran y por qué se formaron?
9) ¿Quién fue Lenin y qué papel cumplió en la Revolución? ¿Qué pensaba sobre ella?
10) ¿Qué hicieron los bolcheviques luego de tomar el poder?
11) Según lo visto en clases anteriores, ¿Qué ideología seguían los revolucionarios? ¿Cómo te diste                                                                                                                                                   cuenta?

12) ¿Cómo quedó el país luego de la Revolución? 

jueves, 8 de agosto de 2013

Tarea sobre la Primera Guerra Mundial - entregar el viernes (quienes ya la hicieron no)


FICHA DE TRABAJO: La Primera Guerra Mundial
Integrantes: _______________________________________________________________________________

Ejercicio I: En base a lo trabajado en clase y al texto respondan:
a)    ¿Qué tipo de fuente histórica es? ¿Por qué?
b)    ¿Cuál es la situación en la que se encuentran los Aliados según el texto?
c)     ¿Con qué países puede contar Alemania? ¿En qué situación se encuentra Italia?
d)    ¿Qué es lo que el autor del artículo está intentando demostrar? ¿Desde qué lugar se escribe el texto?
e)    ¿Cuál es la opinión que tiene el autor sobre la guerra?

“…Francia aún no está preparada para el combate; Inglaterra vive atormentada por dificultades interiores y coloniales. Rusia teme mucho la guerra, porque tiene miedo de una revolución interior. Vamos a esperar que nuestros adversarios estén dispuestos o debemos aprovecharnos del momento favorable para provocar la decisión. He aquí la difícil cuestión que se trata de resolver.  El ejército austríaco es todavía fiel y útil; Italia está todavía fuertemente comprometida con la Triple Alianza e incluso si prefiere aún, por el momento, el mantenimiento de la paz, para curar las heridas de la última guerra, sabe sin embargo muy bien, que si Alemania es derrotada, ella será entregada sin remedio a la violencia de Francia y de Inglaterra y perderá su posición independiente en el Mediterráneo; se mantendrían, pues, hoy por hoy fielmente a nuestro lado. Podemos, igualmente, contar llegado el caso, con Turquía y Rumania. Tenemos así todas las de gana podríamos dirigir los mandos de la política europea, mediante una ofensiva decidida, y podríamos asegurar nuestro porvenir. Esto no quiere decir que debamos provocar la guerra, pero allí donde se produzca un conflicto de intereses (...) no deberíamos retroceder, sino hacerlo depender de la guerra y comenzar ésta por una ofensiva resuelta; poco importa el pretexto, pues no es de esto de lo que se trata, sino de todo nuestro porvenir, que está en juego…”
Artículo publicado en Die Post, diario pangermanista, el 24 de febrero de 1914


Ejercicio 2: La propaganda durante la Primera Guerra Mundial

a)    Analicen cada una de estas imágenes, teniendo en cuenta qué es lo que se está buscando con ellas, quiénes aparecen en la misma y qué actitudes tienen. ¿Qué es lo que se busca con las frases?
b)  Relaciona las mismas con la intervención estatal en la guerra y con el sentimiento nacionalista.
c)     En base a las imágenes, ¿Cómo explicarías el concepto de guerra total?